sábado, 1 de diciembre de 2012

Capítulo 10 (Parte I)


La venganza es una acción infinita. Es algo que continuamente está en nuestro corazón y lo que nos impulsa a cometer ciertos actos. Es lo que hace que nuestras manos queden manchadas de sangre y en nuestro interior la rabia nos consuma a fuego lento. Hace que nos desnudemos de nuestra personalidad y nos pongamos un traje nuevo, un traje frío y oscuro, sin sentimientos, vacío. Arranca de nuestro interior lo peor que podamos tener y lo saca a la luz para llevarnos a nuestro fin; hacer justicia. La venganza justifica los medios para conseguir sus propios propósitos. En cuanto se despierta es una fiera salvaje que nos destruye a nosotros y a todo aquel que nos rodea. Es, en si, el mal de nuestra alma, la condena que nos atosiga, el tormento que sufrimos, pero también la llave que hace que el dolor desaparezca. Gracias a ella podemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para que los problemas se solucionen. La venganza es un arma peligrosa, pero la más afilada y eficaz de entre todas. Si no existiera me ahogaría en mi propio mar de desesperación. Así que esto es lo que me queda. Arriesgar lo que tengo y lo que me han quitado para tomarme mi propia justicia y servir de buena gana todo lo que ahora poseo y me invita a hacerlo; la propia venganza.
No dejo de pensar en otra cosa. No puedo mirar a nadie, ni hablar con nadie. Necesito tiempo para estar tranquila, para que la venganza llene cada extremo de mi cuerpo hasta que no quede ni un ápice de piel sin ella. La necesito. Sé que si no lo hago, si no dejo que me atrape entre sus garras, me derrumbaré para siempre. Me quedaré en un estado como el de mi madre cuando mi padre murió y eso es justo lo último que mis hijos necesitan en este momento.
¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que Sarah y Jaden, ambos, vayan a los Juegos? No lo entiendo. ¿Qué probabilidades había de que fueran los dos? ¿Cuántas? No culpo a Effie por sacar ambas papeletas, pero algo me dice que hay trampa. ¿Cómo si no voy a explicar que los dos hijos del Sinsajo tengan que batirse en duelo a muerte? Pero lo que más me preocupa es qué voy a hacer. Teniendo en cuenta que este año hay más tributos y éstos nunca han visto una espada, ¿cómo voy a hacer para salvar a uno de los dos? ¿Cómo voy a pedirles que maten? Y lo más importante, ¿a quién salvo? ¿Sarah? ¿Jaden? ¡Son mis hijos! No puedo alentar a uno y hacer que el otro muera. Los quiero a ambos por igual.
Juró por todo que me vengaré. Que seré silenciosa como un felino, amenazante como un oso pardo, rápida como un halcón y mortal como una cobra. Mataré al nieto de Snow. Mataré a todo aquel que haya puesto un simple grano de arena para hacer que los Juegos hayan vuelto y que mis hijos formen parte de esto. Prometo que seré tan dura como un diamante y tan implacable como un huracán. La tormenta de Katniss se avecina y nadie está preparado.
Pero mi plan de venganza y todo el odio y rencor que podía albergar se vienen abajo cuando Peeta entra dentro de nuestro compartimento en el tren que nos lleva al Capitolio. Es verlo y toda mi furia queda apartada temporalmente. Me echo en sus brazos y lloro abiertamente.
-He venido a ver cómo lo llevas.
-Mal- digo-. No se puede llevar de otra forma, intento ser fuerte, Peeta, pero me puede.
-Lo sé. Yo estoy igual. Lo siento.
-Tú no tienes la culpa. Es el Capitolio. Es este nuevo gobierno.
Me acaricia el pelo y me mece suavemente hasta que me tranquilizo un poco. Peeta deja asomar algunas lágrimas pero hoy es él el valiente en esto. No va a dejar que sus ganas de llorar sean un obstáculo para mí y algo que haga que me ponga peor.
-¿Eres consciente de lo duro que vamos a tener que trabajar?
-Peeta, no podemos salvar a uno. Tiene que ser ambos.
-Eso no es viable.
-Lo haré posible. No sé cómo, pero lo haré así.
-Katniss, no es que estemos justamente en el puesto de privilegiados y no creo que nos vayan a conceder honores. Esto seguramente sea parte de una conspiración y van a ir a por ellos. Sé que duele, pero tenemos que elegir a uno.
-No puedo.
-Está bien- se hace el silencio durante segundos-. Elige- me ordena.
-Pero has dicho...
-¡Elige!
Elegir entre dos de tus seres queridos, entre dos personas que son tuyas, que les has dado la vida, que has visto cómo han crecido y les has ido enseñando todo lo que sabías es lo más duro a lo que me enfrento. Podré batallar en mil guerras y matar a personas desconocidas, podré ponerme en peligro y sacrificarme si es necesario, pero elegir ahora significa intentar salvar a uno y firmar la sentencia del otro.
-Jaden- digo quebrando mi voz.
Es, de los dos, el más indefenso. Tampoco es que haya pensado mucho en la respuesta, pero, por algo que no reconozco, me he sentido peor cuando he oído su nombre en la Cosecha. Puede que sea porque Sarah me ha recordado tanto a mí que algo me dice que aunque ayude a Jaden, ella puede ganar por si sola.
-Bien, yo me quedo a Sarah.
-¿Qué?
-Ocúpate de entrenar a Jaden, yo lo haré con Sarah. Si uno de los dos muere, será el otro el que viva. Si uno elige a uno, y el otro al que queda, entonces uno de los dos se salvará.
-¿Ese es tu plan?
-Por ahora sí, ya veremos lo que se nos ocurre. Tenemos mucho en que pensar, Katniss- y tras decirme esto y darme un beso en la frente, se marcha fuera del compartimento.
Pensar. Ahora lo único que tengo en mente es hacer una larga lista de nombres y encargarme personalmente uno por uno. Les arrebataré todo lo que tengan y les haré sufrir lo mismo que yo estoy sufriendo ahora. Sí, la bondad y la compasión ahora mismo no tienen cabida en mi corazón.
Al cabo de un rato pensado en cómo puedo acabar con la vida de mis enemigos, me doy cuenta de que en vez de estar planeando tantas cosas debería estar junto a mis hijos. Apenas sí hemos compartido unas palabras en el Edificio de Justicia y sé que me necesitan en estos instantes. Salgo de mi compartimento y me encamino hacia el vagón-bar.
-Hola, preciosa- me saluda Haymitch sin mucha expresión en la voz.
-¿Dónde están mis hijos?
-Supongo que con su padre. ¿Te has dado cuenta de que tienes que ejercer de mentora?
-No estoy para bromas.
-Lo sé- se incorpora de su asiento y me enseña la botella que tiene en la mano-. ¿Quieres?
La verdad es que emborracharse sería la manera más rápida para acabar con el dolor que me comprime el pecho momentáneamente. La manera más cobarde, sí. Si decido coger esa botella sé que no pararé. Si fuera yo la tiene que luchar y meterse dentro de un estadio, entonces no dudaría en beber hasta desmayarme, pero por mala suerte son mis hijos los que están en peligro.
-No. Ya lo hice una vez. No más, por ahora.
-Oh, entonces he de suponer que si tus hijos no salen con vida, beberás.
-Lo dices como si pudiesen salvarse ambos- musito.
-¿Acaso no ganasteis vosotros dos?- deja la botella en una mesa y se levanta-. Pueden hacerlo, no me cabe la menor duda.
-Irán a por ellos, Haymitch- replico.
-Tampoco lo dudo. Pero, si te dijera que hay una remota posibilidad de que ganen los dos, o al menos de que salgan con vida, ¿qué harías?
Me quedo callada, contemplando la moqueta del suelo como si allí estuviera la respuesta. Sé que es algo imposible. Aunque quiera creer las palabras del mentor, sé que mis hijos están condenados y como mucho podría sacar a uno. Si dijéramos que sólo estuviera Sarah, o sólo Jaden, entonces sería un poco distinto. Me centraría sólo en uno y no me preocuparía por el otro porque sabría que estaría bien. Pero en esta ocasión son ambos y no puedo traerlos de vuelta a los dos. O Sarah, o Jaden. Además, no quiero que mis hijos manchen sus manos.
-Es mentira. No te creería.
-Bien-. Hace una pausa larga y pensativa, silenciosa-. Es justo lo que pensaba que ibas a decirme, así que no voy a malgastar tiempo en intentar explicártelo. Cuando lleguemos al Capitolio lo verás con tus propios ojos, pero, Katniss- se acerca a mí y me mira intensamente a los ojos-, recuerda lo que todo el mundo te ha dicho. Lo que Paylor te dijo en el 13.
-Que pasase lo que pasase, y viese lo que viese...
-...nunca olvides quién es tu verdadero enemigo.
¿Y qué quiere decir con esto? ¿Que voy a tener que luchar contra todos los parientes de Snow? ¿Qué mis enemigos son todos aquellos que me amenazan? ¿Que no sé quién es realmente mi enemigo? No lo comprendo, al igual que tampoco entiendo eso que no se va a molestar en explicarme y que luego veré con mis propios ojos. ¿A qué se referirá?
-Recuerda, Katniss, que esos niños no son amenaza alguna. Su padres sí vivieron para conocerte y saben perfectamente quién eres.
-Ser el Sinsajo no va a cambiar nada- sentencio.
-Oh, querida, ahí estás muy equivocada. Ser el Sinsajo lo es todo.

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