La
ex presidenta se gira y me mira a los ojos directamente. Yo me cruzo
de brazos y le devuelvo la mirada, esperando una explicación. Cada
vez que doy un paso más y los segundos transcurren, más me doy
cuenta del complot que ha habido en alguna parte. El Capitolio no ha
cambiado, es cierto. Los edificios destruidos parcialmente durante la
revolución fueron reconstruidos y de los que no quedaba ni un sólo
ladrillo, fueron destinados a sedes, parques públicos y tiendas de
lujo. Sin embargo esta parte apenas fue tocada, por lo que todo sigue
igual. Pero algo me dice que Paylor no ha hecho ese comentario
refiriéndose a la arquitectura. Creo que es algo más profundo, y,
como no, estoy implicada.
-Katniss,
será mejor que tus hijos vayan a descansar y si tienen hambre, que
pidan lo que sea y se lo llevarán a sus dormitorios- me dice ella,
sin dejar de apartar la vista de mí.
-Effie-,
giro la cabeza lo suficiente para ver a nuestra acompañante por
encima del hombro y mirar de reojo a Sarah- asegúrate de que comen y
duermen. Los necesito fuertes.
Ninguno
de los tres afectados en mi mandato protestan y Effie los dirige con
delicadeza a sus habitaciones. La mía será ahora la de mi hija y la
de Peeta pasará a ser la de Jaden. Nosotros fuimos los últimos en
usarlas, y, si todo sale como espero, después de esto nadie jamás
volverá a sentarse sobre su cama y llorar por lo que se le viene
encima.
-¿Qué
haces aquí, Paylor? - le pregunto tajantemente.
-Me
alegro de verte con energías, Katniss, porque las vas a necesitar.
Sentaos.
Haymitch
es el primero en hacerle caso, seguido de Cinna, pero Peeta y yo
permanecemos de pie e intercambiamos una mirada antes de sentarnos
lentamente, midiendo cada movimiento.
-¿Por
qué estás aquí?- ahora es mi marido quien habla, poniendo toda la
concentración en Paylor.
-Para
ayudaros en todo lo que me sea posible- contesta cruzando una pierna
sobre la otra y juntado sus manos, justo como hace cuando va a soltar
un discurso-. Katniss, Peeta, lo primero es pediros perdón. Perdón
porque le he fallado a muchas personas y vosotros sois los primeros.
Vuestra boda sirvió de distracción mientras, bueno, mientras el
nuevo presidente accionaba el botón de la bomba- algo que en cierto
modo ya sabía, pero procuro no enfadarme y Peeta me agarra la mano
con fuerza-. Lo cierto es que nunca pudimos frenar las ansías de
venganza.
>>Los
primeros años el ambiente estaba muy caldeado. Casi que no podía
confiar en nadie y tenía que tener mucho cuidado. Después de los
Septuagésimo Sextos Juegos del Hambre, en los que metimos a esos
veinticuatro chicos capitolinos, sus familias fundaron el Gremio.
Usaron como tapadera una serie de cadenas de producción de joyas en
el Distrito 1, con una pequeña sede aquí en el Capitolio, justo
delante de mis narices. August era uno de los ministros de mi
partido, y, creedme, nunca supuse que nos traicionaría. Él era una
promesa para el Gremio, veían en la figura del nieto de Snow la
esperanza para resurgir, de ser su propio Sinsajo.
>>Yo
desconocía su parentesco con Snow. De hecho, el presidente tiene más
hijos y nietos que ocultó, excepto a la que llevamos a los últimos
Juegos. ¿Podéis imaginar cuanto odio contenido? Estamos ante un
serio problema. Tengo gente de confianza a salvo en el 13 y los pocos
que tenía aquí, están en prisión. August comenzó todo este
proceso hace tres años, cuando comenzaron a construir el estadio de
esta nueva primera Arena. Sabíamos que pasaba algo extraño, pero lo
tenían tan bien organizado, planificado y escondido que nos ha sido
imposible saberlo hasta que ya era demasiado tarde.
>>Tengo
información sobre un complot de venganza desde hace unos meses. No
obstante, no teníamos la menor idea de la Arena, ni de los Juegos,
aunque lo sospechamos, sí. Seguimos investigando mientras August
daba pasos agigantados. Mató a nuestro antiguo presidente, lo
asesinó. Luego se encargó de mí. Quería matarme, pero soy un
hueso duro de roer, aunque casi me hunde. Intentaba aniquilar a todos
aquellos que somos una amenaza para él. Sin embargo, cuando yo no
morí, se tuvo que frenar. ¿Por qué? No podía arriesgarse a volver
a fallar y así abrir una investigación dura contra él. Teníamos
demasiadas pruebas y conmigo aún viva todo se le hacia más
complicado. Así que se conformó con lo que ya había hecho y se
aseguró de que ganara las elecciones de la manera más limpia
posible. Queda lejos de limpio todo su trabajo, pero ha tenido
colaboradores importantes en cada momento y para lo que él
requiriera.
>>Katniss,
si a ti no te ha intentado matar es porque sabe que acabando con lo
que más amas, te derrotará. August desea que sufras. Quiere verte
tan acabada, tan tocada, tan hundida, que con esa imagen en la cabeza
ya se siente vencedor. Cree que va a ganar, que lo va a conseguir,
que lo logrará. Aunque, no cuenta con que yo jamás me rendiré en
mi labor de llevar a Panem por el buen camino, y además, él no te
conoce, pero yo sí. Hay que frenar esta locura, no podemos permitir
que empiece de nuevo. Hay que detenerlo. Y sé cómo hacerlo, pero
necesitaré la ayuda y la plena colaboración de todos vosotros.
>>Lo
bueno de todo esto, es que encender los ánimos entre la población
será fácil si llegamos a necesitarlo. August ha metido en el bote
al Capitolio y al Distrito 13, los cuales jamás han participado, y,
aunque quince años son muchos, la gente sabe lo que había. El nuevo
presidente se las ha ingeniado muy bien. Los hijos de los Agentes de
la Paz no entran en el sorteo nada más que una vez cada dos años, y
los hijos de los ministros y gente que le ha estado apoyado en toda
su campaña, así como los de los miembros del Gremio, tienen
asegurado que sus nombres nunca serán impresos en una papelito y
metidos en una urna. Cree que con esto es suficiente, pero se
equivoca. Olvida que los gobiernos absolutistas jamás han funcionado
y esta vez tampoco lo hará. Voy a acabar con él, pero necesito
ayuda, y vosotros sois mi espada más poderosa y afiliada. La
cuestión es si vais a luchar.
Me
tomo un tiempo para reflexionar. Primero tomo aire, despacio, y
aprieto la mano de Peeta. Hace unos minutos que me dedico a mirar un
punto fijo en la alfombra, mientras todas la palabras de Paylor se me
agolpaban en la cabeza de manera rápida. Lo único que se me viene a
la mente es cómo no me lo ha dicho antes. Cómo nadie ha sido capaz
de decirme que algo estaba pasando mientras yo nadaba en un océano
profundo en el que me creía a salvo cuando en realidad el agua no
hacía más que subir de nivel hasta el punto de estar ahogándome.
Miro
a Paylor desafiante. Ella asiente con la cabeza desaprobándose así
misma, pero con la esperanza de que me una a su batalla. Después
dirijo mi mirada a Haymitch que sigue perdido en alguna parte de sus
pensamientos, para seguir hacia Peeta que asiente en cuanto mis ojos
se funden con los suyos.
-No
te mentiré-comienzo a decirle a Paylor-, estoy descontenta contigo y
con mucha gente, pero ya no se puede volver a atrás-. Trago saliva y
me froto la manos con cuidado-. Paylor, si acepto retomar la figura
del Sinsajo y volver a luchar, es por mis hijos, no es por nada más.
Ya he perdido suficientes seres queridos por esta causa, y esta vez
prometo no perder a nadie más.
-Lo
entiendo- responde ella-, lo entiendo. Al igual que August tiene su
propia venganza, para algunos es tiempo de la suya.
Se
refiere a mí, obviamente. Sabe mejor que nadie, incluso que Peeta,
el odio interno que tengo hacia el resto del mundo por la muerte de
mi hermana. Sólo mi madre nos sobrepasa a las dos en eso. Paylor no
sólo perdió a mi hermana, me perdió a mí por un tiempo y a muchos
ciudadanos para siempre. Mi madre supo afrontar ese duro golpe de
manera que se hizo más fuerte mientras yo me consumía en la
habitación dónde Sarah debe estar ahora mismo y más tarde en mi
casa en la Aldea de los Vencedores. Pero nadie tiene tantas ansias de
venganza como yo. Me he ido alimentando de ese fuego abrasador por
mucho tiempo. Creo que nada me ha mantenido tan viva como pelear por
mi hermana y por mis hijos.
-Estoy
con Katniss, pero pongo una objeción- miro a Peeta sorprendida,
frunciendo el ceño-, al menor peligro que veamos, nos retiramos.
-Por
supuesto- consiente Paylor.
-Supongo
que a mi me toca la parte de proteger a los dos, ¿verdad?- pregunta
Haymitch tras un largo suspiro-. De hecho, Katniss, no he dejado de
hacerlo. Paylor se ha echado todas las culpas con respecto a todo
esto, pero yo también tengo que ver.
Está
claro; Haymitch ha sabido tanto como Paylor, y él seguro que
ayudaría a no contarme nada. Es su manera de protegerme. Siempre lo
ha hecho así y después de tantos años debería haberme
acostumbrado. Ocultarme la realidad es la mejor manera de mantenerme
a salvo.
-Beetee
y yo hemos estado hablando hace un rato, aunque en verdad sólo hemos
terminado de concretar un plan que, Katniss, tú has ideado.
-¿Yo?-
pregunto mientras siento todas las miradas clavándose en mí.
-En
efecto-. No había escuchado el ascensor bajar y volver a nuestra
planta, así que no he podido deducir que Beetee vendría a vernos-.
Katniss, el 13 planeaba sacar a los tributos de alguna manera de la
nueva Arena, aunque no sabíamos cómo, hasta que tú nos lo pusiste
en bandeja.
-El
plan es sencillo- retoma la palabra Paylor mientras Beetee se sienta
a su lado y Effie aparece caminando con cuidado, como si no quisiera
despertar a alguien. Yo me quedo mirándola porque quizá no pueda
escuchar lo que vayan a decir, pero la ex presidenta me saca de
dudas-: no te preocupes, está con nosotros.
-Prestad
atención- advierte Beetee posando las codos sobre sus rodillas y
poniendo la cabeza entre sus manos-. Tenemos el apoyo absoluto del 13
y ya he hablado con ellos con respecto a esto. Un aerodeslizador
pilotado por Plutarch se camuflará y os dejará a ti, Katniss, y a
Peeta en la Arena cuando el baño de sangre haya finalizado. Esa es
vuestra parte, entrar, correr, encontrar a vuestros hijos, convencer
a todo aquel que podáis y volver al punto indicado, que en cuanto
tengamos el mapa del estadio, diremos. Mientras tanto, Annie, Gale,
Johanna y yo nos haremos con el control de la Sala de Vigilantes. No
será tan complicado como parece. El Vigilante Jefe está de nuestra
parte. Es un íntimo amigo de Paylor que conoce el plan y que sin
duda nos ayudará. Mandará a cuatro vigilantes fuera, nosotros, con
ayuda de Enobaria y otros rebeldes del 13, los dejaremos fuera de
combate, y entonces entraremos. Se supone que esos cuatro vigilantes
se parecerán a nosotros en cuanto al físico, y, he aquí nuestro
amigo Cinna, va a prepararnos unas máscaras que se amoldarán a
nuestras pieles como si fueran las de ellos, las de los vigilantes.
Seremos prácticamente irreconocibles.
Así
que, según ellos, es cuestión de un aerodeslizador, cuatro
vigilantes y unas máscaras. Parece fácil, pero no tienen en cuenta
los peligros diversos que pueda haber en la Arena y que todo el mundo
nos estará viendo, así que será fácil mandar a un escuadrón de
Agentes de la Paz y sacarnos de ahí en un abrir y cerrar de ojos.
-¿Cuál
es el propósito de que entréis en la Sala de los Vigilantes?-
pregunto.
-Necesitamos
tener el control de la Arena, que nadie os haga daño, o si lo hacen,
que sea el menor posible, que no os maten, ¿entendéis?
-Eso
dará igual. En cuanto nos vean aterrizar, August...
-Katniss,
no os van a ver llegar, vamos a intentar daros el mayor tiempo
posible- me interrumpe Paylor-. Vais a grabar una propo, el 13 se
encargará de que haya un fallo eléctrico general y en cuanto la luz
vuelva, que será justo cuando vosotros esteis pisando la Arena, ese
vídeo saldrá a la luz. No dudará mucho, pero lo suficiente para
que corráis a refugiaros. Las cámaras no recogerán vuestra
llegada, Panem os estará viendo, pero sólo lo que esté grabado. No
podemos hacer nada en cuanto esteis allí, únicamente intentaremos
presionar a August, hacerle daño de alguna manera. Puede que el 13
ayude con un grupo entrenado, pero no podremos frenarlos sin luchar.
-Y,
por supuesto, entraréis con armas de sobra y un equipo que nos
mantendrá en contacto todo el tiempo- añade Beetee.
Es
bastante información para asimilar. Ellos parecen muy convencidos de
poder conseguirlo, pero yo no puedo permitirme el lujo de no dudar y
de confiarme del todo. August ha puesto seguridad por todas partes,
así que sin una muy buena ayuda del 13 no podremos conseguirlo,
puede que incluso ni por esas. Además, si llegamos a lograrlo, si
salvo a mis hijos y a otros tributos y volvemos, ¿adónde
exactamente volveríamos? Salir del Capitolio en ese mismo
aerodeslizador sería un suicidio pues cuando August descubriese cómo
entraríamos en la Arena, se encargaría de no dejarnos salir. ¿Cómo
lo haríamos? ¿Huiríamos al 13? Si salvo a más tributos, su
mentores correrían peligro. Son demasiadas cosas que tenemos que
planear en pocos días.
Me
levanto algo mareada, miro a todos los presentes, pero al final me
concentro en Paylor. Creo que será mejor resolver las dudas mañana
y meditar en todo este plan. Además, tengo que hablar con Peeta al
respecto. Sé que no le hace gracia que yo esté involucrada, pero a
mi tampoco me hace gracia que él exponga su vida como lo va a hacer.
-Creo
que hay cosas que pulir, pero estoy cansada y debo dormir lo
suficiente para enseñar a mis hijos cómo defenderse. Paylor, puedes
contar conmigo por ahora, pero cuando Sarah y Jaden estén fuera de
peligro, me retiraré.
La
aludida asiente con la cabeza y Peeta me coge de la mano para
llevarme a mi habitación. Como somos demasiados y hay un número
limitado, compartiremos el dormitorio. Me tumbo en la cama, sin
quitarme la ropa ni los zapatos y mi marido se sienta a mi lado. Por
sus ojeras y su mirada cargada de dolor y angustia sé que está tan
afectado como yo. El problema es que él no expresa sus sentimientos
como yo lo hago. Me acerco a Peeta y me incorporo para frotarle la
espalda.
-Todo
saldrá bien, ¿verdad?
-Claro-respondo,
aunque no muy convencida-. Todo saldrá bien, ya lo verás.
-Katniss,
no puedo perderlos- se da la vuelta para mirarme a los ojos-. Y a ti
menos.
Me
echo en sus brazos y cierro los ojos rodeando su cuello con los míos.
-No
vas a perderme. Paso de ese rollo típico de hasta que la muerte nos
separe.
Se
queda callado durante un rato, pensado en alguna contestación para
lo que he dicho, y cuando creo que se ha rendido en su búsqueda, me
aparta de él y me mira a los ojos. Los suyos están llenos de
lágrimas.
-Algún
día uno de los dos morirá y...
Freno
sus palabras con un beso. No estoy dispuesta a oír que
verdaderamente la muerte acabará separándonos. Queda mucho para
eso, así que no es algo de lo que tenga que preocuparme. Además, no
soportaría tener una discusión de ese tipo. Necesito al Peeta
fuerte, a ese que vela por mi, que hace que las pesadillas
desaparezcan. Aunque quizá el también necesite a esa Katniss que de
vez en cuando se deja ver. La fuerte, la que es capaz de darle en el
ojo a una ardilla con una flecha. Ambos nos necesitamos fuertes para
cuidar el uno del otro y que todo salga bien.
-¿Sabes?-
se despega de mis labios-. No hemos podido tener una noche de bodas
en condiciones.
El
comentario me hace bastante gracia, así que comienzo a reír,
mirándolo a los ojos azules, hasta que él también ríe y entierro
mi cara en su pecho. Nuestra noche de bodas, por así decirlo, pasó
hace tiempo, pero en otras circunstancias, la hubiésemos repetido
como si fuera la primera vez. A lo mejor podríamos hacer un esfuerzo
y tenerla ahora, pero no me parece bien teniendo a nuestros hijos con
la soga al cuello a unos metros de nuestra habitación, así que
vuelvo a besar a Peeta de manera dulce y me acomodo entre sus brazos.
-Te
prometo que cuando pase todo esto, te daré la mejor noche de bodas
que puedas haber imaginado.
-Katniss,
no hace falta que...
-Te
lo prometo- repito-. Te la mereces.
Cierro
los ojos cuando Peeta comienza a acariciarme el pelo y empiezo a
susurrar una vieja canción hasta que noto que mi marido se queda
profundamente relajado y dormido. Me levanto y me desvisto, me pongo
la parte de arriba de un pijama y me dirijo al baño antes de
acostarme. Al mirarme al espejo, veo el reflejo de la Katniss fuerte,
aquella que le prometió a Prim regresar al 12 con vida. Me echo agua
en la cara y vuelvo a mirarme.
-Vamos
a hacerlo. Nada nos detendrá- le digo a mi reflejo y acudo de nuevo
a los brazos de Peeta, donde me quedó dormida en cuestión de
segundos.
Effie
hace su ritual habitual como despertador bien temprano por la mañana.
Cuando abro los ojos, juro que acababa de dormirme hace tan sólo
unos minutos, pero por desgracia, han sido pocas las horas de sueño
que he tenido y no me han permitido descansar lo suficiente.
-Bien,
ahora que sois mentores, tenéis que ver los Juegos de manera
distinta. No sólo tenéis que estar despiertos antes que vuestros
tributos, debéis salir ahí fuera y hacer amigos.
Patrocinadores.
¿Seguirán siendo capitolinos, como antes? ¿La gente de los
distritos se animará a dar grandes sumas de dinero con el propósito
de que sus favoritos tengan lo mejor y ganen? ¿Cómo puede haber
personas que después de todo vayan a apostar? Aunque, es cierto,
necesito encontrar a alguien que quiera patrocinar a Sarah y a Jaden.
Puede que después de todo no sea realmente difícil. Todo el mundo
me conoce y puede que vean a mis hijos como promesas dentro de la
Arena.
-Está
bien- hago un terrible esfuerzo por levantarme mientras me quito
legañas de los ojos con los dedos-. Ya vamos.
Effie
descorre las cortinas de nuestra habitación y una claridad
sorprendentemente artificial me termina por despertar y entrecierro
los ojos intentando acostumbrarme a la luz. No tengo ni idea de qué
hora es, y no sirve de nada que una pantalla te muestre un cielo que
realmente no existe.
-Tu
madre está en el salón, esperando a que vayas. Creo que tiene algo
importante que decirte.
Mi
madre. Pestañeo varias veces. Ni me acuerdo de la última vez que la
vi. Puede que fuera en el vagón, pero de ser así, ¿dónde ha
estado durante todo este tiempo? Sea como sea, sacudo a Peeta para
despertarlo y luego me visto dentro del cuarto de baño. Al salir,
contemplo la puerta cerrada del dormitorio de Jaden y mis manos
comienzan a temblar. Está ahí, dormido. Quién sabe si ha tenido
pesadillas esta noche, quien sabe si ha corrido a dormir junto a su
hermana porque temía que el miedo lo arrastrara con él. Mi pobre
hijo, tan inocente, tan pequeño.
Tomo
aire con dolor en el pecho y lo expulso lentamente. He de ser fuerte,
si cosas como ésta me derrumban, no podré luchar al cien por cien.
Hay
dos avox, inmóviles, en el salón. Me sorprende que todavía siga
habiéndolos, aunque, algo me dice que durante el gobierno de Paylor
éstos eran libres y, ahora, con August, han vuelto a ser las ratas
del Capitolio. A decir verdad, ya no puedo echarle las culpas al
Capitolio. No puedo decir que todo lo malo lo hacen ellos, ya que es
August ,y su panda de delincuentes. Algún día, si logro tenerlo
delante de mis narices, prometo no tener piedad.
Mi
madre está sentada en un sofá de cuero, con la vista centrada en la
pantalla de televisión de última generación, dónde está la
repetición del desfile de anoche.
-El
número de los caballos fue algo espectacular- comento, ya que justo
está la escena de mis hijos en pantalla y unos comentaristas
interpretan cada escena con mucho entusiasmo.
-Sí.
Cinna siempre sabe renovarse y hacer las cosas mejor cada año. Es un
portento- me mira con una sonrisa triste en los labios y me invita a
que me siente a su lado-. Recuerdo cuando tu hermana y yo vimos tu
primer desfile. Ambas creíamos que iríais de mineros o desnudos,
como en otros años. Sin embargo, cuando aparecisteis con esa capa de
llamas y cogidos de la mano las dos soltamos una enorme exclamación
y nos pusimos a gritar vuestros nombres- se seca una lágrima perdida
y me enseña su caja de dientes en una sonrisa ahora más alegre,
pero cargada de dolor-. Tu hermana estaba muy orgullosa de ti. No
paraba de gritarme lo feliz que era al verte así de bien. Ella sabía
que ibas a ganar, a cada paso que dabas, ella lo tenía más claro
que nadie. Siempre creyó en ti, y siempre te vio como su modelo a
seguir- solloza al recordar a mi hermana y yo me acerco a ella para
abrazarla con mucha fuerza.
-Todos
deberíamos sentirnos orgullosos de ella y tenerla como un modelo a
seguir- musito, apunto de estallar en lágrimas también.
-Si
la hubieses visto mientras te veía en pantalla. Sus ojitos azules
tenían su propia llama. Cuando sonreías, ella lo hacía. Cuando te
hacías una trenza, ella te imitaba. Prim se acostaba todas las
noches deseándote fuerzas, suerte, dándote las gracias por
presentarte voluntaria y diciéndote lo mucho que te quería. Cuando
Peeta y tú empezasteis con todo ese rollo de parecer que erais los
trágicos amantes del Distrito 12, ella, aunque sabía que no estabas
enamorada de él, suspiraba y me decía que acabaríais juntos de
verdad.
-¿Cómo
sabía que íbamos a ganar ambos?- pregunto dejando escapar una
risita.
-Bueno,
ella decía que tú eras demasiado cabezona como para dejarlo morir,
y como para quedarte en la Arena, así que o salíais los dos, o
podrían hacer un reality de supervivencia en pareja.
Suelto
una gran carcajada y mi madre hace lo mismo. Nos abrazamos tan fuerte
como podemos, dándonos fuerzas la una a la otra mientras ambas, cada
una por su lado, recordamos momentos entrañables con la pequeña
Prim. Siempre nos hacía sonreír, y, por lo que veo, aún tiene ese
poder. Ella siempre era tan despierta, tan cariñosa, tan pura y
verdadera. Prim me conocía mejor que nadie.
-Mamá,
¿crees que seguiría viva si no me hubiese presentado por ella?- me
tiembla la voz al soltar todas esas palabras, que han ido tan juntas
como si estuviesen pegadas con pegamento. Una pregunta, que, en
verdad, siempre me he hecho.
-Katniss-,
me acaricia la mejilla al separarse de mí y me mira a los ojos de
manera tierna-. Prim jamás hubiese hecho daño a nadie. Se hubiese
dedicado a curar a los heridos, a buscar comida para todos y a hacer
una gran hoguera para reunir a todos los tributos y tratar de
convencerlos de que se hicieran amigos y ninguno manchara sus manos.
-Sí,
esa es una alternativa. Pero, y si hubiese decidido luchar, y si
hubiese sido lo bastante lista como para esconderse y dejar que los
otros se mataran, ¿seguiría viva?
Mi
madre se encoge de hombros. Nunca sabremos la respuesta. Bien es
cierto que Prim hubiese optado por la forma más pacífica de hacer
las cosas, o hubiera huido lo más lejos posible, llorando, sin
ningún arma y sin saber qué hacer. Quizá ni hubiese sobrevivido al
primer día. Si me presenté voluntaria por ella era porque sabía
que era imposible que ella regresase si yo casi me veía con cero
posibilidades de ganar.
-Lo
único que sé, hija mía, es que de las dos, la única que sabía
defenderse, la que podía sustentarse y usar un arma, eras tú. No
debes echarte las culpas por nada, ni pensar que de haber hecho o no
haber hecho alguna cosa, ahora ella podría estar viva. Todo sucedió
de una manera, y nadie podía haber aventurado lo que iba a pasar.
Me
quedo callada. En parte es una alivio que alguien tan grande como tu
madre te dé estas palabras tan tranquilizadoras. A diario me he
echado las culpas de su muerte, he buscado formas distintas de cómo
podía haber hecho tal o cual, he pensado cómo podía haberlo sabido
de antemano, e incluso he creído que si yo me hubiese dejado morir
en los Juegos, nada de lo ocurrido posteriormente hubiese pasado.
Pero también es verdad que Prim podía haber salido otro año, tras
mi muerte, y haber corrido la misma suerte.
-La
echo mucho de menos- susurro.
Mi
madre coge mi cabeza y la entierra en su cuello, asintiendo. Ella
también lo hace.
-Katniss,
procura no culpar a Gale, o a Plutarch. Ellos no tienen la culpa.
En
parte sí, y eso es algo que jamás podré olvidar y que no cambiará
por mucho que lo desee. Plutarch va a ser una pieza importante para
toda esta aventura que Paylor ha organizado, así que tengo que
portarme bien con él. En cuanto a Gale la cosa es diferente. Suelo
cambiar de parecer conforme transcurren los días y últimamente que
lo estoy viendo más de la cuenta, me creo capacitada para perdonarle
del todo, pero sé que quedará un pequeño hueco en mi interior que
me alertará, que me dirá que él ayudó a preparar esas bombas.
-Puede
que estés en lo cierto, pero de no haber fabricado las bombas, Prim
estaría viva.
-No
podemos cambiar el pasado, es algo que he aprendido al final de todo,
pero sí que podemos hacer que el futuro sea mejor. Gale está vivo y
no puedes torturarle. Si da la casualidad de que muera pronto y tú
no lo hayas perdonado del todo, te vas a arrepentir.
Frunzo
el ceño. Mi madre no solía pensar de ese modo. Llego a la
conclusión de que ha cambiado en todo este tiempo. Antes apenas
hablábamos, no nos decíamos cosas como estas. Ella actuaba por su
cuenta, y yo por mi lado. Sin embargo, por mucho que me cueste
admitirlo, tiene la razón. Si aparto de mí a ciertas personas y las
pierdo, ¿de qué serviría mi enfado y mi odio? Gale no es mi
enemigo.
-Hablaré
con él- anuncio tras un largo suspiro-. Cambiando de tema, Effie
decía que querías verme por algo en especial.
Mi
madre se reclina en el sofá, y en cuestión de segundos recupera el
semblante amable y cariñoso, ese que hacía tantos y tantos años
que no veía. Se agacha hacia abajo y saca un maletín de debajo del
sofá.
-Te
dije que te haría unas pruebas al llegar al Capitolio. Voy a sacarte
sangre, la analizaré y dentro de dos días tendré los resultados-
hace una pausa mientras saca el material necesario-. Ya me han
informado sobre lo que vais a hacer. No estoy de acuerdo, y por mi
parte no tienes mi aprobación, pero eres tú la que decide por tus
hijos. Espero que no sea nada grave, Katniss, porque podrías poner
tu vida en serio peligro.
Suelo
hacerlo. Es algo habitual exponerme al peligro, pero no digo nada,
sólo le tiendo el brazo derecho y dejo que haga su trabajo. No tengo
ganas de discutir, ni de explicar todas las razones por las que hago
lo que hago o pienso lo que pienso. Además, necesito todas las
fuerzas para concentrarme en lo que viene.
Cierro
los ojos al notar la aguja dentro de mi piel, succionando un poco de
mi sangre. Una de las muchas desventajas de participar en unos Juegos
del Hambre es que, al salir con la victoria en tu mano, la sangre
cobra cierto sentido angustioso y doloroso. Es una sensación rara,
es como evadirse un segundo a la Arena y ver una de las muertes que
presenciaste de nuevo, sólo con ver un poco de ese líquido rojo.
Por ello, procuro no abrir los ojos de nuevo hasta que mi madre
guarda el bote dentro del maletín.
-Volveré
con los resultados-me dice y me da un beso en la frente-. Sé fuerte,
Katniss. No dejes que esto te venza.
Sacudo
la cabeza y medio sonrío. Rendirse no es precisamente una de mis
características y ahora que es cuando más necesito luchar, no lo
voy a hacer. Mi madre se levanta y se dirige hacia el ascensor para
marcharse al hospital. De nuevo he olvidado por preguntarle acerca de
ese novio suyo capitolino, pero supongo que la próxima vez tendré
esa oportunidad.
-Katniss-
oigo la voz de Haymitch a mi espalda, así que me giro para poder
verle. Detrás de él están mis dos hijos, frotándose los ojos-.
Prepárate, el juego ha comenzado.